El fútbol argentino está de luto. Miguel Ángel Russo, histórico entrenador de Boca Juniors, falleció a los 69 años en su casa, donde se encontraba bajo internación domiciliaria. Su salud se había deteriorado en las últimas semanas y el lunes por la noche su cuadro se volvió irreversible.
El último partido que dirigió fue el 21 de septiembre, cuando el Xeneize empató 2-2 con Central Córdoba. Pocos días después debió ser hospitalizado y, aunque los médicos lograron estabilizarlo, ya no pudo volver al banco.
Russo venía peleando desde 2017 contra un cáncer de vejiga y un tumor en la próstata, una batalla que enfrentó con la misma fortaleza con la que dirigía desde el costado del campo. Aun enfermo, condujo a Millonarios de Colombia a ser campeón y regresó a Boca con la esperanza de repetir las glorias del pasado.
En sus últimas apariciones se lo veía débil, pero con la sonrisa intacta. “Lo primero es la familia”, había dicho semanas atrás, cuando desmintió rumores sobre su salud. Hoy, el fútbol despide a un guerrero que nunca bajó los brazos.
Miguel Ángel Russo, campeón, símbolo y leyenda, se fue… pero su huella quedará grabada para siempre en la historia del fútbol argentino.
